La cuestión es que cuando me revoluciono interiormente canalizo escribiendo.
Y me pasa que conocí a alguien.
No lo conocí por razones diferentes a mis contactos habituales, es decir, pasar buenos momentos y punto. Pero tuve un feeling inicial que no suele obrarse en mi sino hasta pasado un período.
Tampoco lo conozco demasiado, pero lo que ofreció hasta ahora me gusta bastante.
Me gusta sobre todo que le gusten cosas que a mi me gustan. Para mi es genial encontrar gente con la que se pueda compartir, que te despierten interés por sus cosas, sus ideas, su óptica sobre la vida.
Pero la verdadera cuestión fue el subidón que me dió la otra tarde cuando quedamos en el portal de un edificio.
"Una cita para besarse" podría ser el nombre.
Quedamos para eso, aunque parezca infantil, y tuvo mucho morbo.
Me apetecía muchísimo. Nos habíamos visto por la mañana para un café de media hora y necesitaba tocarlo, comunicarme de otra forma con él.
Así que cuando nos vimos luego, fuimos directamente al ascensor.
Se acercó despacio y empezó a besarme.
Me latía el estómago, parábamos cada vez que el ascensor llegaba a destino y nos despegábamos por si entraba alguien. En cuanto las puertas volvían a cerrarse reanudábamos.
Cómo besaba, qué labios tiene, de qué manera me movía...Pero me era imposible relajarme. En realidad yo quería guerra pero Lola empezaba a histeriquear.
Fue una situación que nunca había experimentado porque era un sitio comprometido para ella, asi que tuve que contenerme bastante para no darle rienda suelta al desenfreno, pero hubiera convertido aquel ascensor en un campo de batalla.
Me apetecía sacarle la camisa negra que tan bien le sentaba y recorrer con mi lengua ávida todo su torso, toda su espalda, toda su piel.
Besarlo sin tener que contenerme, sin pensar en que alguien pudiera vernos.
Dominar los nervios de esta Otra que no me deja ser yo misma.
Aquel hombre estaba frente a mi, pegado a mi, rodeándome, besándome, deseándome y Lola me reprimía.
No sé cuántas veces estuvimos subiendo y bajando en el ascensor hasta que apetecía pasar a otra cosa.
Pero Lola estaba intranquila y seguía contenida y nerviosa.
No era el sitio adecuado, el tiempo nos apremiaba, no era el momento oportuno....Cállate de una vez, Lola.
En realidad mi parteneir le gusta "bastante", y eso para mi es un problema, es lo que hace que ella esté cohibída, intranquila, refrenada.
Pero he decidido, si surge la ocasión, que lo que me desborde no sea otra cosa más que la pasión.
Y como dice Benedetti: "O sea, resumiendo, estoy jodida y radiante, quizá más lo primero que lo segundo. Y también viceversa"
Me encanta encontrar por aquí a esos personajes de la calle, tan reales como yo misma...
ResponderEliminarDile a Lola que se suelte o se volverá loca..., fuera y dentro del ascensor.
Muy buen relato, creó que todas llevamos una Lola dentro que nos reprime, en el mismo instante, o sino después...
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